Edhasa, 1961
Los hombres de Gor
Era una B. ¡Usted estaba segura, pero se equivocó! Conscientemente oyó una P; eso es lo que dijo. Pero su subconsciente… estaba segura, pero se equivocó. Su Subconsciente oye mejor que el nivel superior de su mente, Rae.
Aburrida, ella dijo:
- ¿Y eso qué demuestra?
- Pues demuestra – repuso Brabant – la existencia del subconsciente, que oye con sus propios oídos, ve con sus propios ojos y no se deja molestar por los errores de la mente consciente.
- ¿Y eso a quién lo demuestra? ¿A usted o a los hombres de Gor o a mí?
- Pues a todos nosotros – repuso entusiasmado el hombre de ciencia -. ¿No comprende lo que representa haber demostrado la existencia y las funciones del subconsciente a una raza que no lo posee? Este concepto no significa nada para ellos. Ni este concepto ni ninguno. Lo único que pueden entender son pruebas; pruebas tangibles, tan concretas como sea posible. Y para ello han vigilado hasta el menor de mis movimientos…
La cuidad de la energía
The city of force
Daniel F. Galouye
-¿Sigues deseando hablar con las esferas? – le preguntó Everardo.
-Acabo de descubrir la razón de mi fracaso.
-¿Ah, sí? – dijo Hulen, intrigado.
-Fue una estupidez tratar de establecer contacto con una esfera cualquiera.
-¿Qué te hace pensar eso? – inquirió Everardo -. ¿Qué te hace creer que no recibirías el mismo trato por parte de otras esferas?
-Volvamos al ejemplo de la hormiga que se quiere comunicar. Tendría muy pocas probabilidades de éxito si intentase comunicarse con el primer ser humano que encontrase.
-¿Por qué?
Hulen se inclinó hacia delante con interés.
-Por que la casualidad podía hacer que se encontrase con una vieja parlanchina, por ejemplo, o con un niño de dos años, o quien sabe si con un borracho o un demente. ¿Cuáles serían sus probabilidades de éxito, queréis decirme? Pero si encontrase a alguien revestido de autoridad…
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