Omar Khayyam
Nació en Nichapur, Persia, hacia el año 1040 de la era cristiana, y vivió cerca de ochenta años. Libertino, sibarita, ácido, místico y profeta, estudió Matemáticas y Astronomía, reformó el calendario musulmán, cultivó el Derecho y las Ciencias Naturales, pero todo le resultó insuficiente a la hora de resolver el misterio del Universo, las pasiones humanas y la existencia misma.
Se destacó en el plano de las letras por sus famosas «Rubaiyat», que constituyen una alabanza al brindis, una enorme plegaria fragmentada en estrofas que remiten a la celebración del vino y del goce del instante frente a la finitud de la vida.1. Confidenciales
I. Corazón
Más que cien Kaabas hechas de agua y tierra
vale en la vida un noble corazón;
en los países del mañana aferra
cuantos puedas al propio corazón,
y en las tierras del hoy, de un puro amigo
adhiérete por siempre al corazón.
Deja ya de la Kaaba el falso abrigo,
y corre al mundo en pos de un corazón.
* * *
II. El lenguaje misterioso
Este rubí precioso fue extraído
del fondo de una mina ignota y rara,
y esta perla purísima y sin copia
en seno oculto de la mar fue hallada...
Mas digo mal: ni mina ni océano
de otras minas u océanos se apartan:
Sólo el secreto del amor se expresa
en lengua de los hombres ignorada.
* * *
III. Soy así
¿Que yo del vino soy devoto ciego?
Y bien, lo soy.
¿Que soy infiel, idólatra del fuego?
Y bien, lo soy.
Cada uno de mí en su idea fía;
mas yo, dueño de mí, tengo la mía:
Soy lo que soy.
* * *
IV. El vino del amor
Mi pobre corazón de angustia herido
y de locura, no podrá curarse
de esta embriaguez de amor, ni libertarse
de la prisión donde quedó sumido.
Pienso que el día de la creación
en que el vino de amor fue al hombre dado,
el que llenó mi copa fue esenciado
con sangre de mi propio corazón.
* * *
V. Renovación
La rueda de los cielos rauda gira
aun después de mi muerte y de la tuya;
y porque nuestra pena no concluya,
contra tu alma y mi alma ella conspira.
Ven sobre el verde césped, dulce Amor,
reposa en mí tu frente pensativa;
sólo nos resta una hora fugitiva
de descansar sobre esta hierba en flor .
Después... vendrá otra hierba aún más fresca
del suelo que de amor se fertiliza,
cuando de tu ceniza y mi ceniza
la nueva savia en su eclosión florezca.
* * *
VI. Incógnita
Sí, yo sé, mi persona toda es bella,
delicioso el perfume que ella exhala,
el rosa mío al de la rosa iguala,
mi línea al lado del ciprés, descuella.
Mas, con todo, esta incógnita me aterra:
¿Por qué mi alto Escultor me hizo de tierra?
* * *
VII. La hez del vino
Si de mi juventud es hoy la fiesta,
la ofrendaré del alba hasta el ocaso,
apurando a placer vaso tras vaso
el viejo vino que a soñar apresta.
Si la halláis en sus heces escondida,
no maldigáis, amigos, su amargura,
porque fué su exquisita levadura
esencia de mi sangre y de mi vida.
* * *
VIII. El ánfora simbólica
Esta exhumada ánfora de arcilla
fue en su tiempo lo que yo soy ahora:
Un amante no amado, mas que adora,
y de fe y de pasión es maravilla.
Y estas dos asas de su cuello erguido
que al libador ofrécense, anhelante,
fueron los brazos de un feliz amante...
Y así quedó, y el vaso fue cocido...
* * *
IX. La copa viva
Hoy ella vió del alfarero mago
de vasos la magnífica teoría,
de toda forma y toda edad, y había
en todos ellos un misterio vago.
Su emoción al sentir, dijo el artista:
-«Todos fuimos arcilla y éstos fueron
reyes, poetas y amantes que murieron
legando al sutil polvo su conquista».
«EI Espíritu, el vino de la tierra,
busca en cada vasija al propio dueño,
queriendo ansioso revivir su ensueño
al contacto del vaso que lo encierra».
«Mira, toma esta copa, ya palpita
al verte aproximar; no espere en vano
el beso de tu boca o de tu mano,
que un muerto amor por renacer se agita».
Y al acercar su labio, con su aliento
cobró vida el Espíritu dormido;
una palabra murmuró a su oído,
y eran su misma voz, su mismo acento.
¡Ay! y el viejo Khayyám, un vivo muerto,
canta el milagro de aquel muerto vivo,
y se marcha en silencio, pensativo,
a contar sus tristezas al Desierto.
* * *
X. La inquietud eterna
Amor que sólo vive en este mundo,
fulgor de pensamiento no refleja,
y como el fuego a medias extinguido
ya no enviará calor hasta las venas.
Mas el amor que vive idea y alma
y alcanza la recóndita belleza,
ese no ve en los años, ni en los meses
ni en los días y noches una tregua:
No ha de saber qué sean, ni el reposo,
ni la serenidad, ni la fe buena,
ni ha de nutrir la carne, ni habrá nunca
noche en que el sueño a las pupilas vuelva.
* * *
XI. Bautismo de sangre
Arrebatada por la loca rueda
de la fortuna caprichosa y vana,
que sólo a los mediocres favorece,
en angustia y dolor mi vida pasa.
Y en el jardín de las terrenas cosas
mi alma como un capullo está cerrada,
y como el tulipán de hojas de seda,
en bautismo de sangre se consagra.
* * *
XII. Sed inextinguible
Mi amor está en la cima de su llama,
mi amada en el zenit de su hermosura,
mi corazón desborda de ternura
y ebrio de inspiración mi mente inflama.
Siento en mi alma desbordar los ríos
de mis palabras y de mis canciones,
y al querer modular sus expresiones,
mudos siento temblar los labios míos.
Gran Dios ¿qué extraño caos en mí impera?
Mientras por mí en rïente primavera
fresca surgente de agua viva pasa,
mas me consume de la sed la brasa.
* * *
XIII. Renacimiento
Ya es la estación de las rosas:
El corazón renaciente,
anuncio heráldico siente
de libertades preciosas.
Tengo ideas primorosas,
de locuras sed ardiente,
desafiando irreverente
del Korán reglas famosas:
En la dulce compañía
de la dilecta alma mía
libar el néctar carmíneo;
y el resto, el suelo al ungir,
tapiz rojo hará surgir
para su pie apolíneo.
* * *
XIV. Iconoclasta
¿Crees tú que en el alma del artista
que un día ideó y cinceló la copa,
puede nacer el demoníaco sueño
de verla rota ?
¡Oh! tú no crees, como yo no creo,
que la divina mente creadora
quiera destruir lo que en deliquio sacro
la mano forja.
Si es así, y las cabezas apolíneas,
los brazos y las manos que la forma
femenina hasta el éxtasis exultan,
han de reunirse al polvo de la fosa.
¿Por cuál extraño amor fueron forjados,
y por cuál odio vil son mutilados?
* * *
XV. Agua y sal
Cuando la sed la lengua paraliza
y el sol arroja chispas de su fragua,
toda la tierra en coro diviniza
la gota de agua.
Yo aplico el labio a la impregnada greda,
bebo con ansia convulsiva y larga;
y es la última gota -la que queda-
la gota amarga.
El hambre fui a saciar de mis faenas,
a consumir el pan de mi salario,
mezclando con la sangre de mis venas
todo mi ideario;
Lo impregné de la sal de los sabores,
por propiciar los númenes felices,
y la sal reabrió en sangrientas flores
del corazón las viejas cicatrices.
Referencia: http://amediavoz.com/khayyam.htm#1.-%20CONFIDENCIALES