05 noviembre 2006

Ray Bradbury (La muerte es un asunto solitario)

Ediciones Minotauro

¿Crees que no sé todo acerca de ti?
No hay mucho para saber - contesté tímidamente.
Claro que no. Escucha. – Crumley sorbió otro trago, cerró los ojos y comenzó a leer los detalles de mi vida en la parte de atrás de sus párpados.

La limusina aminoró de una velocidad histérica de cien kilómetros por hora a unos nerviosos noventa por hora.

A Shrank y a mí nos asaltó una especie de paroxismo. A mí, porque acababa de decir una verdad, como si hubiese destapado un horno de donde emanaba un calor que me quemaba la cara, la lengua, el corazón y el alma.

Sir Arthur Conan Doyle (Novelas de aventuras)


Ed. Aguilar, Madrid, 1964
El profesor Challenger

“La zona ponzoñosa”

La inteligencia verdaderamente científica no se encuentra atada a sus propias condiciones del tiempo y del espacio. Levanta para su propio uso un observatorio en la línea que limita el presente y lo separa del pasado infinito y del infinito futuro. Desde ese punto seguro se lanza hasta el principio y hasta el fin de todas las cosas. En cuanto a la muerte, la inteligencia científica muere en su puesto, trabajando de una manera normal y metódica hasta el fin. No le preocupa cuestión tan minúscula como su propia disolución física, como no le preocupan todas las demás limitaciones en el plano de lo material.

Rodney Stone

Es seguro que Inglaterra habría sido avasallada si sus habitantes no hubiesen estado animados de aquel espíritu combativo. Se pensaba, pues, teniendo eso en cuenta, y se sigue pensando, que una pelea entre dos hombres indomables frente a treinta mil testigos presenciales y tres millones que luego la comentarían, no podía menos de contribuir a fomentar las normas de valentía y de resistencia. Los combates de boxeo son brutales, sin duda, y por su brutalidad dejarán de existir; pero no son tan brutales como la guerra, que sobrevivirá a ellos. Cerebros más sabios que el mío habrán de resolver la cuestión de si es en la actualidad lógico el enseñar al pueblo a ser pacífico, cuando su misma existencia puede llegar a depender de que tenga espíritu guerrero.

Para mí, el orgullo es una cualidad en la que se mezclan lo bueno y lo malo; es mitad virtud y mitad vicio; virtud porque mantiene al hombre fuera del fango; vicio por que le hace difícil el salir del fango una vez que ha caído en él.

Fue el mismo Tom el que pagó a un poeta de Brighton para que escribiese el epitafio que el muerto tiene en su tumba, y que a todos nos pareció muy bueno y muy verdadero. Empezaba así:
Se disparó la bala con presteza
y atravesó al muchacho la cabeza.
Rodó por tierra y entregó el aliento,
cerró los ojos y murió al momento.

He oído decir a un viajero que recorrió las soledades de Norteamérica que consideraba a los pieles rojas y a los caballeros ingleses como seres íntimamente emparentados, citando la pasión de unos y otros por el deporte, su manera arisca de ser, y el que lo mismo unos que otros saben dominar sus emociones.

La tragedia de Korosko
No me digáis buenas noches. Deseadme, en cambio, buenos días en otro mundo más hermoso.

No vale razonar acerca del amor. Es la realidad más íntima de la vida, la única que apaga y cambia todas las demás realidades, la única que sacia absolutamente y es completa por sí misma. Cuando esa bruma dorada nos envuelve, el dolor se convierte en goce, y la muerte en dulzura.