10 mayo 2007

Kurt Vonnegut (Matadero cinco, 1969)


Ed Anagrama (1991)

—Los terrestres son grandes narradores; siempre están explicando por qué determinado acontecimiento ha sido estructurado de tal forma, o cómo puede alcanzarse o evitarse. Yo soy tralfamadoriano, y veo el tiempo en su totalidad de la misma forma que usted puede ver un paisaje de las Montañas Rocosas. Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos como lo que son, momentos, y pronto se dará cuenta de que todos somos, como he dicho anteriormente, insectos prisioneros en ámbar.
—Eso me suena como si ustedes no creyeran en el libre albedrío —dijo Billy Pilgrim.—Si no hubiera pasado tanto tiempo estudiando a los terrestres —explicó el tralfamadoriano—, no tendría ni idea de lo que significa «libre albedrío». He visitado treinta y un planetas habitados del universo, y he estudiado informes de otros cien. Sólo en la Tierra se habla de «libre albedrío».

07 mayo 2007

Michael Moorcock (El programa final, 1965)



Ed. Minotauro, 1980

El aluvión había comenzado ya, y los invitados suspicaces estudiaban la atmósfera del sitio antes de aflojarse. Había lesbianas turcas y persas, de enormes ojos de hurí, como gatas tristes, castradas; sastres franceses; músicos alemanes; mártires judíos; un tragafuegos oriundo de Suffolk; un improvisado cuarteto de voces masculinas de la última base norteamericana en Inglaterra, el Columbia Club, de Lancaster Gate; dos obesas mojigatas; Hans Smith de Hamstead, el Último de los Intelectuales de Izquierda, la Mente Microfilm; Shades; catorce traficantes de la misma mercancía y todos de Portobello Road, las caras hundidas bajo el peso de las decepciones; un pulidor polaco a la francesa y sin empleo, traído por uno de los traficantes; un grupo pop llamado el Deep-Fix; un grupo pop llamado Les Coques Sucrés; un negro muy alto; un veterinario jorobado de nombre Marcus; la muchacha sueca y un adolescente suculento; tres periodistas que acababan de dispensar unos áureos apretones de mano; la Pequeña Señorita Dazzle, a quien uno de ellos había descubierto en El Vino buscando al señor Crookshank; un irlandés llamado Podles; el director literario del Oxford Mail y su hermana; veintisiete miembros de la Brigada Especial; un heterosexual; dos niños pequeños; el difunto gran Charlie Parker, recientemente llegado de México bajo el alias de Alan Bird – había estado curándose durante varios años; un siquiatra hosco de Regent Park llamado Harper; muchísimos físicos, astrólogos, geógrafos, matemáticos, astrónomos, químicos, biólogos, músicos, monjes de monasterios disueltos, brujos, putas retiradas, estudiantes, griegos, procuradores; un albino autocompasivo; un arquitecto; casi todos los alumnos de la escuela integral local, que habían acudido al oír el alboroto, casi todos sus maestros; el jardinero de un mercado; menos de un neocelandés; doscientos húngaros que habían Elegido la Libertad y la oportunidad de ganar dinero fácil; un viajante de máquinas de coser; las madres de doce de los niños de la escuela integral; el padre de uno de los niños de la escuela integral, aunque él no lo sabía; un carnicero; otro Hombre; una persona Desplazada; un pequeño pintor; y varios centenares de otros individuos no inmediatamente identificables.