31 diciembre 2007

Emilia Pardo Bazan (Insolación, 1899)


Bruguera, 1981

-¿Hase visto hato de pindongas? ¿No dejarán comer en paz a las personas decentes? ¿Con que las barre uno por un lado y se cuelan por el otro? ¿Y cómo habrá entrado aquí semejante calamidá, digo yo? Pues si no te largas más pronto que la luz, bofetá como la que te arrimo no la has visto tú en tu vida. Te doy un recorrío al cuerpo, que no te queda lengua pa contarlo.

¡Sentía un abatimiento grande, agujetas, cansancio, y al mismo tiempo una excitación, unas ganas de echar a andar, de huir de sí misma, de no verse ni oírse! No se podía sufrir.

Al tirar de la campanilla en su casa, tuvo una corazonada rarísima. Las hay, las hay, y el que lo niegue es un miope del corazón, que rehúsa a los demás la acuidad del sentido porque a él le falta. Asís, mientras sonaba el campanillazo, sintió un hormigueo y un temblor en el pulso como si semejante tirón fuese algún acto muy importante y decisivo en su existencia.

… ¿Hay entre nosotros, dos minutos después, algún vínculo que no existía dos minutos antes?

No hay comentarios.: