04 septiembre 2008

Jack Kerouac (Los Subterráneos, 1958)



The Subterraneans
Ed. Anagrama, 2006


Los hombres son tan locos, desean la esencia, la mujer es la esencia, ahí la tienen directamente entre las manos, pero ellos se precipitan en todas direcciones erigiendo inmensas construcciones abstractas.

El sol suave, las flores y yo que me alejaba por la calle y pensaba: “por qué me habré permitido alguna vez aburrirme en el pasado?”, y como compensación me emborrachaba o tomaba esas cosas o me daban ataques o todas esas artimañas que usan las personas porque desean algo, cualquier cosa, salvo la serena comprensión de lo que realmente existe, que después de todo es tanto, y las cavilaciones provocadas por las odiosas convenciones sociales, las rabias, el hacerse mala sangre por los problemas sociales y por mi problema racial, todo eso importaba tan poco; aunque ahora podía sentir esa gran seguridad y el oro de la mañana terminaría alguna vez por desvanecerse, y ya había empezado a hacerlo; hubiera podido construir toda mi vida como esa mañana solamente sobre la base de la pura comprensión y el deseo de vivir y seguir adelante, dios, todo era la cosa más hermosa que jamás me había sucedido, a su manera; pero todo era también siniestro.

2 comentarios:

M dijo...

me encanta como escribe Kerouac en este libro aunque a menudo me pierdo con la narración.

Kumandante dijo...

Una narrativa testimonial y novedosa, tan espontánea y volátil como atrapante y profunda por momentos, es clásico ineludible de la literatura norteamericana.