05 mayo 2006

Olaf Stapledon (Juan Raro)


En esa odiosa frustración espiritual que me imponen mi hogar y la escuela, en mis confusos intentos por armonizar con el mundo contemporáneo, la fuente de energía y consuelo más grande es su poesía. Cómo es, me pregunto, que, aunque parece usted describir, simplemente, una civilización torturada y degenerada, la mera descripción le presta dignidad y sentido, como si usted no revelara, que después de todo, no es esto mera decadencia, sino la oscuridad necesaria antes de un glorioso relámpago.

Mi cerebro percibía aquel mundo de luz y los movimientos de los jóvenes; pero mi mente llevaba una venda. Mis sentidos, en fin, sólo captaban oscuros indicios de sucesos incomprensibles.

No llegaban a saberlo todo, pero obtuvieron algunos jirones de verdad, bordados de exageraciones fantásticas.

No hay comentarios.: